¿A qué nos referimos cuando hablamos de hiperconectividad?
Desde El Numeral invitamos a una psicóloga para que nos cuente sobre la "hiperconectividad" y cómo este tiempo que vivimos visibiliza el impacto de las pantallas y la tecnología en nuestra vida cotidiana.
Por Lic. Cintia Bujan. Egresada de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Especialista en Psicoanálisis. M.P 74447. M.N 64032.
La hiperconectividad es un término que tiene orígenes en el 2001. Se utiliza para denominar el fenómeno de la relación que tenemos con los distintos medios de comunicación. Estos pueden ser redes sociales, correo electrónico, portales de información on line, mensajería instantánea (whastapp), tablets e internet.
En este contexto de aislamiento social, de manera paulatina e imperceptible, todas las formas de vincularnos con el mundo exterior se vieron atravesadas por esta hiperconectividad sin ningún cuestionamiento. Festejamos cumpleaños por zoom, tenemos de reuniones de trabajo por zoom, momentos de ocio, consultas con profesionales de la salud y hasta citas por dichas plataforma.
Este tiempo que vivimos visibiliza el impacto de las pantallas y la tecnología en nuestra vida cotidiana. La necesidad de poder conectar con un/a/e otro/a/e, de hacer lazo y de intentar sostener nuestra vida social hizo que explotemos a la tecnología sin interrogar cómo nos afecta y cuándo deja de ser una herramienta para transformarse en un padecimiento.
Hoy la tecnología funciona para sostener y dar continuidad a nuestra vida pre cuarentena. Sin embargo, ¿podemos dar afecto de manera virtual? Quizá podemos expresarlo, pero cuando logramos ubicar la necesidad de unos brazos que nos toquen y nos hagan sentir contenidos desde un cálido abrazo, la ilusión de continuidad se derrumba y nos damos cuenta que la tecnología no puede sostener todo. Nos damos cuenta que la necesidad del contacto físico sigue estando presente y que conexión no es contacto.
¿Quién decide cuándo me conecto o me desconecto? ¿Nosotros/as/es o la tecnología?
Siempre considerando las particularidades de cada uno/a/e, poder visibilizar y hacernos conscientes de algunas señales de hiperconectividad es importante. Por ejemplo, la ansiedad de salir sin el celular, el miedo que se quede sin batería o sin señal, el famoso “FOMO” – que refiere al miedo a perderse de algo o quedar excluido de las redes sociales, por ejemplo de un vivo de instagram o un sorteo-, y/o trastornos del sueño. Darnos cuenta de esto nos va a permitir cuestionarnos sobre el exceso del consumo de la misma.
En el consultorio comienza a escucharse cada vez más un cansancio y un fastidio de las videollamadas y de los encuentros virtuales. “Algo falta, no es lo mismo”, “siento que no alcanza con verla a través del celu, quiero abrazarla”.
Cada vez le exigimos más de la tecnología, pero ignoramos que la pantalla nunca va a reemplazar la presencia, las sensaciones, los olores, las caricias. Somos en tanto nos vinculamos con un/a/e otro/a/e, en tanto compartimos un momento pero principalmente en tanto la presencia incluye una presencia real del cuerpo.
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