Hay un fusilado que vive
Hace más de 60 años el periodista Rodolfo Walsh publicó uno de los libros más importantes de la historia argentina para denunciar la masacre de los basurales de José León Suarez.
El 9 de junio de 1956 en los basurales de José León Suárez 5 personas fueron asesinadas. El hecho ocurrió luego del fracaso de un levantamiento militar contra el gobierno de facto del general Pedro Aramburu. Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Carlos Alberto Lizaso, Mario Brión y Vicente Damián Rodríguez caen producto de las balas.
Seis meses después en un café de la ciudad de La Plata llegó a los oídos del periodista Rodolfo Walsh la frase “hay un fusilado que vive”. Así, uno de los periodistas más importantes de la historia de Argentina comenzó la investigación que se convirtió en el primer libro de “no-ficción” de la historia.
La trama de Operación Masacre es compleja, llena de detalles, con un estilo muy típico de Walsh.
Aquel periodista de 29 años nos regaló la reconstrucción de los hechos e incluso logró ir más allá de lo que habían ido las investigaciones oficiales. Así le quitó a la gente la venda de los ojos y reveló que los doce civiles que fueron arrancados de sus casas nada tenían que ver con el levantamiento.
Las palabras son firmes, no hay edulcoramiento a la hora de contar la tragedia por la que han pasado esas doce personas. Entre sobrevivientes y fusilados, a muchos el gobierno no conocía ni sus nombres ni sus oficios ni nada. Los asesinaron por asesinar.
Walsh elige narrar en tercera persona como un cierto observador externo la primera parte donde los detalles son abundantes. Los párrafos están plenos de anécdotas familiares, reuniones con amigos y rutinas diarias de cada uno de los protagonistas.
De ahí da un salto directo a la trágica noche del 9 de junio. Aquel día la vida de cada uno de ellos dio un giro inesperado.
Por último se viaja directo al proceso de investigación, con todos estos sucesos unidos por una especie de hilo invisible que hilvana los hechos acontecidos.
El libro se convierte en una interpretación de la interpretación de quienes formaron parte de los hechos.
Los capítulos permiten que lo que le sucedió a Juan Carlos Livraga, Miguel Ángel Giunta, Julio Troxler, Reinaldo Benavídez, Norberto Gavino, Horacio Di Chiano y Rogelio Díaz no quede sepultado bajo pilas de papeles dentro de un expediente judicial en el subsuelo de Tribunales; sino que llegue a cada lector que se anime a adentrarse en las páginas y hacerse “testigo” indirecto de lo sucedido.
Así el velo de la impunidad se corrió y se hizo luz sobre estos acontecimientos tan oscuros.
El libro narra esas historias que se silenciaron, esas atrocidades propias de las dictaduras. Describe como pocos el dolor sobrehumano al que se sometieron las víctimas y sus seres queridos.
Esas 131 páginas defienden con fuerza la verdad de la denuncia de Walsh, revelan los entramados judiciales y dejan al lector un panorama del funcionamiento de un Estado que intentó hacer como si las cosas no hubiesen pasado.
Pero Walsh es cauto, no tira sobre la mesa toda la información de una vez. Administra con maestría y soltura la gran cantidad de datos que logró recoger a lo largo de semanas enteras de investigación.
Lleva al lector a recorrer el primer cordón del conurbano sin moverse del asiento. Lo lleva a las profundidades de las calles de tierra donde conviven las casas con los montículos de basura y le imprime en su mente fotografías del estilo de vida de cada uno de los vecinos.
Operación masacre se convierte a pesar de las negativas de muchos en una obra política. Porque denuncia el ejercicio atroz y autoritario del poder, sin ningún tipo de límites. Y porque se centra en aquellos que no tienen un lugar en las tapas de los diarios ni tampoco en las prioridades de la justicia.
Walsh se anticipa a lo que vendrá 20 años después cuando una nueva dictadura asole Argentina dejando miles de desaparecidos y asesinados. Devela así el funcionamiento macabro de una maquinaria perversa constituída por gobiernos militares que torturan y fusilan a mansalva.
Así, Walsh, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumió hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles, nos trae al presente una historia que está lejos de ser olvidada.
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