El 1ro de abril de 2017 por la madrugada, Micaela fue a bailar con amigas sin saber que esa madrugada no volvería a su casa. Esa misma mañana, su familia notó la ausencia y comenzó a reunirse con vecinos para poder encontrarla. Al mismo tiempo que en Gualeguay comenzaba a resonar el nombre de esta piba de 21 años, en otro lugar, en la provincia de Buenos Aires, Araceli se preparaba para ir a un asado con amigos del barrio. Pasadas veinticuatro horas, ni Micaela ni Araceli aparecían.
Ambos femicidios fueron seguidos por todos los medios de comunicación de la manera frívola y misógina que caracteriza a la cobertura de las grandes empresas. Pero la justicia fue en ambos casos la que se encargó de ser cómplice de las injusticias que, hasta el día de hoy, sufren sus familiares
Micaela fue asesinada por un hombre que, hasta hacía poco tiempo, se encontraba detenido, Sebastián Wagner. El recibió una libertad condicional anticipada de la mano del Juez Carlos Rossi, a pesar de que los informes que llegaban desde la cárcel hablaban de Wanger como un convicto falto de empatía hacia los crímenes que había perpetrado. Había violado a dos mujeres nueve años atrás.
Si bien se realizó un juicio político contra el juez Rossi, él salió absuelto. El jury de enjuiciamiento lo decidió por 4 votos afirmativos y tres en contra. El padre de Micaela, que estaba presente en el juicio, se mostró muy desilusionado y describió “parecía que solo había defensa para Rossi.” Además previamente, se había dejado en libertad al coautor de la violación y homicidio de Micaela, Nestor Pavón, jefe de Sebastián Wagner. A pesar que los investigadores probaron que ambos hombres estuvieron juntos toda esa noche, que Micaela fue capturada con el auto de Pavón y luego lo lavaron juntos, él fue liberado.
En el femicidio de Araceli hubo aún peores manejos. No sólo porque comenzó a buscársela varios días después de desaparecida – la policía indicó que por su “estilo de vida” tal vez volvía sola a su casa – sino que se sembraron pistas falsas y las que deberían haberse levantado, con el paso del tiempo ya no existían. Sólo se encuentra detenido por el asesinato de Araceli Darío Badaracco, porque el cuerpo se encontró en su domicilio. Pero se sabe que hay más personas que fueron detenidas por catalogarlas como “sospechosos”: Hernán Badaracco; así como Carlos Cassalz, Marcelo Escobedo, Hugo Cabañas, Emmanuel y Jonathan Avalos (hermanos de un efectivo de Comando de Patrullas de Tres de Febrero), Marcos Ibarra y Daniel Alaniz. Cassalz es el único que volvió a la cárcel porque cuando salió amenazó de muerte a la familia de Araceli.
A pesar de que se conocieron conversaciones de Whats App mantenidas entre Darío Badaracco y Alaniz donde éste último lo aconsejaba de “tirar mucha cal” en el pozo donde estaba el cuerpo de Araceli y cómo despistar a la familia de la chica, el resto se encuentra en libertad. Poco se sabe, ante la falta de pruebas, lo que sucedió aquella noche; se cree que parte del grupo de estos ocho hombres detenidos habrían llevado a Araceli al corralón que tenía Cassalz, la violaron y la asesinaron. Aún se espera que comience el juicio.
Desde el momento donde las mujeres nos concebimos como tales, las mujeres comprendemos que, un día, podemos no volver a nuestros hogares. Pero también sabemos que si eso pasa, la justicia puede matarnos de nuevo.