Hoy, desde las 20.30, se realizará una misa en la parroquia San Francisco Solano, en Villa Luro, lugar en el que Carlos Mugica fue asesinado por parapoliciales de la Triple A.
El Equipo de Sacerdotes para las Villas sostuvo: «Somos continuadores del equipo de Carlos Mugica: reafirmamos nuestra identidad sacerdotal, vivimos en barrios populares por vocación, sentimos pasión por la Iglesia y por el momento histórico que nos toca vivir.” Además, destacan la necesidad de que el Estado «garantice el derecho de los más pobres a una vida digna».
Los homenajes comenzarán mañana a las 10.30 am. Tras la misa en la Parroquia Cristo Obrero, lugar donde se encuentran los restos de Mugica, se realizará un festival popular que contará con la presencia de Los Carabajal, La Tranquera y Los Pecadores, grupo del padre César.
«Ahora más que nunca tenemos que estar con el pueblo»
Mugica nació en Buenos Aires, en 1930. Su familia era de un sector acomodado y conservador. Su padre fue diputado conservador de 1938 a 1942 y en 1961 ministro de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Frondizi.
La carrera sacerdotal la inició en 1952 y se ordenó, dos años después, sacerdote. Ese mismo año comenzó a trabajar en la asistencia a los pobres en la parroquia Santa Rosa de Lima. Era un cura joven que trabajaba en conventillos a través de grupos pastorales.
Desde 1966 se puso al frente de grupos misioneros al norte de Santa Fe. En 1968 decidió viajar a Francia a estudiar Epistemología y Comunicación Social. En su viaje decidió visitar y conocer a Perón en Madrid. Ese encuentro impulsó su regreso y su lucha por los que más lo necesitaban.
El Cordobazo en 1969 dio lugar, en una Argentina sesgada de conflictos sociales, a la creación de organizaciones sociales y sindicales que buscaban concluir la dictadura militar que mantenía proscripto al peronismo.
Tras la victoria de Héctor Cámpora en las elecciones de 1973, Mugica aceptó el cargo que le ofreció Perón como asesor en el Ministerio de Bienestar Social. Sin embargo, su relación con López Rega lo llevó a renunciar y volver a trabajar en su misión pastoral.
Su posicionamiento en la política lo llevó a grandes conflictos con la jerarquía eclesiástica cansada de las sanciones y en búsqueda de su «renuncia», la misma que desestimó el cura.
El 11 de mayo de 1974, al concluir la misa en la capilla San Francisco Solano, Mugica fue asesinado de 14 balazos por parte de un sicario que respondía a López Rega.
Diez años después, en 1984, Juan Carlos Junco confesó que «el Brujo» le había pagado cerca de 10 mil dólares para matar a «ese curita que lo perjudicaba políticamente».
El entierro del padre Mugica resultó multitudinario y los habitantes de la villa y curas villeros llevaron a pulso su féretro hasta el cementerio de La Recoleta. En 1999, los restos se llevaron a la Parroquia Cristo Obrero de la Villa de Retiro.