El 11 de septiembre de 1973 comenzó una dictadura que se extendió por más de 10 años. La historia de Chile escribió sus páginas más oscuras.
El saldo fue catastrófico: más de 1.000 detenidos desaparecidos, 2298 ejecutados y al menos 28.259 víctimas de prisión política y torturas.
El presidente, Sebastian Piñera, dio un discurso en el que calificó al gobierno de Salvador Allende como el culpable de «una crisis sin precedentes de carácter político, económico y social». A su vez, planteó que el país vivía en una «democracia que venía enferma de violencia, descalificaciones y odiosidades». No se realizó acto oficial conmemorativo. Los familiares de las víctimas y las organizaciones de derechos humanos lo vivieron con desprecio.
Para recordar a las víctimas, se realizaron movilizaciones en varios puntos del país. Exigen al gobierno que se investiguen las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron durante la dictadura. En una de ellas, un grupo de mujeres vestidas de luto, realizaron un recorrido por el centro de Santiago de Chile. La procesión tuvo parada en seis antiguos centros de tortura que funcionaron durante la dictadura.
La deuda de en materia de derechos humanos sigue siendo amplia. Un informe de la universidad Diego Portales estableció que sólo en un 22,1% de los casos oficializados de desapariciones y ejecuciones se dictó una sentencia entre 1995 y junio de 2018. Las heridas de la dictadura siguen abiertas sangrando profundamente mientras los gritos de justicia siguen escuchándose.