Dicen que la interna del oficialismo está definida. Que Sergio Massa tiene todas las de ganar y que sólo resta saber de cuánto será la diferencia. Sin embargo, el domingo muchos y muchas deberán ir a las urnas para definir quién será el representante de Unión por la Patria en las elecciones de octubre.
La disputa será entre dos hombres nacidos en el Conurbano. Uno en San Martín, otro en San Isidro. Ambos representan diferentes sectores de un peronismo que desde hace décadas se mueve en un péndulo entre la derecha, el centro y la izquierda.
El superministro
Durante su infancia, el ahora precandidato de Unión por la Patria estudió en el Instituto Agustiniano, un colegio católico ubicado a la vuelta de su casa y a unas cuadras de la estación del Ferrocarril Mitre. Quienes lo conocieron en esa época cuentan que era un buen alumno y de los mejores promedios. Fue en esos años donde empezó su militancia política.
Su primer acercamiento fue a la UCEDE, el partido que lideraba Álvaro Alsogaray. En ese espacio militó la candidatura del referente liberal en las elecciones presidenciales de 1989 y apenas dos años después comenzó a trabajar en la política, siendo asesor del concejal Alejandro Keck en San Martín.
El peronismo como bandera
Durante ese primer menemismo, los liberales se aliaron con el PJ, lo que acercó a Massa a Luis Barrionuevo, su esposa Graciela Caamaño y toda la familia Galmarini. Fue en ese círculo donde terminó conociendo a Malena, con quien se casaría en pleno 2001.
También gracias a sumarse al peronismo empezó a crecer políticamente. Fue asesor de Ramón “Palito” Ortega en el Ministerio de Desarrollo Social y consiguió una banca como diputado provincial en 1999, en lo que fue su primer cargo electivo.
Unos años después, y tras la crisis económica que eyectó a la Alianza, Eduardo Duhalde lo eligió para estar al frente de la ANSES, puesto que también mantuvo durante la presidencia de Néstor Kirchner. Incluso en 2005 obtuvo una banca como diputado nacional a la que renunció para seguir a cargo de la administración de los fondos previsionales.
La vuelta al pago
En las elecciones de 2007 decidió presentarse como intendente en su municipio adoptivo, Tigre. Allí había llegado por su acercamiento con los Galmarini y su relación con Malena. El distrito venía de 30 años de gestión vecinalista, con Ricardo Ubieto como mandatario. Pero un año antes el jefe comunal falleció en sus funciones y dejó abierto el camino para Massa.
Aliado con otro espacio vecinalista, Acción para Crecer Tigre, el titular de ANSES consiguió los votos necesarios y gracias a esa colectora accedió a la intendencia. Sin embargo, esa gestión no llegaría al año, ya que tras la crisis del campo volvería a ser parte de la política nacional.
En julio de 2008, y luego de la renuncia de Alberto Fernández como jefe de Gabinete de Cristina Fernández, Massa se convirtió en una de las caras fuertes del kirchnerismo. Allí también su participación sería corta, porque apenas un año después renunciaría para volver a Tigre.
Fue en ese período, y en plena reelección de Cristina, que el jefe comunal obtendría un hecho histórico: en las elecciones de 2011 su lista fue la más elegida, con el 73,14% de los votos, lo que marcó un hito electoral. Además de los números, fue reelegido y obtuvo todas las bancas de concejales y consejeros escolares en disputa.
De presidenciable opositor a aliado político
Dos años después, en 2013, el vínculo con el kirchnerismo se rompería, llevando a Sergio a buscar otro destino. En esas elecciones legislativas daría otra sorpresa electoral, al fundar una nueva fuerza y ganar los comicios en la Provincia de Buenos Aires. Ese fue quizás su momento de mayor peso político, al menos hasta éste 2023.
Luego llegarían las elecciones de 2015, en las que la grieta entre Cambiemos y el kirchnerismo lo dejarían en tercer lugar. También los acercamientos al macrismo, como aliado legislativo, las elecciones de 2017 y su cercanía final a Cristina, en 2019.
La presidencia de la Cámara de Diputados y su llegada como superministro de Economía ya son hechos recientes. Con apenas 51 años, su carrera política todavía tiene mucho por delante. Las elecciones del domingo definirán bastante ese camino.
El abogado de los cartoneros
Juan Grabois viene de una familia que supo mezclar la militancia política con la buena posición económica. Su padre es Roberto “Pajarito” Grabois, fundador en los setenta del Frente de Estudiantes Nacionales, que nutrió de cuadros universitarios al peronismo de la vuelta del General. Su madre, Olga Gismondi, es una pediatra recibida en la Universidad Católica de Córdoba.
La infancia del dirigente social se desarrolló en San Isidro, en medio de cierta alcurnia de zona norte. Aunque pasó por varios colegios y cuenta que lo echaron de varios, egresó del colegio Godspell, una institución católica y bilingüe. Sin embargo, con la adultez recién cumplida, se fue de la casa familiar y alquiló un departamento en Almagro casi Palermo.
Desde allí su vida cambió por completo. Mientras estudiaba abogacía en la UBA, comenzó a trabajar en call centers y en empresas de tecnología. De hecho hace poco contó su amor por la informática y confesó que en las elecciones de 1999 quiso hackear el sistema del Correo para conocer antes los resultados.
Poco tiempo después, y movilizado por la historia de personas que para la Ciudad de Buenos Aires eran casi delincuentes, se fundó el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), que comenzó a luchar por las condiciones de vida de quienes trabajaban en las calles.
El cambio mayor llegaría durante la gestión de Aníbal Ibarra, con leyes que habilitaban su actividad, y finalmente durante el mandato de Mauricio Macri en la Jefatura de Gobierno, con el reconocimiento como “recicladores urbanos”.
La exposición pública
En el medio Grabois terminó Derecho e incluso estudió una Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad de Quilmes. Y de a poco fue convirtiéndose en una figura que negociaba con los gobiernos y ayudaba a crear cooperativas de trabajo en los barrios populares.
De hecho en 2011 fue fundamental para la creación de la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), “una organización gremial representativa de los trabajadores de la economía popular y sus familias”.
En 2016 llegó otra etapa para el país y para Grabois. Macri alcanzó la presidencia y el cimbronazo en los movimientos sociales se hizo sentir. Gracias a negociaciones políticas, se aprobó la Ley de Emergencia Social, que impuso la creación del Salario Social Complementario, el antecedente del Plan Potenciar Trabajo. Esos recursos eran administrados por las propias organizaciones.
El acercamiento al kirchnerismo
En 2018 Cristina Fernández debió presentarse en Tribunales por pedido de la justicia. Allí sorprendió la presencia de un Grabois que siempre se había mostrado crítico de los 12 años de gobiernos peronistas. Sin embargo, allí estuvo para hablar de persecución política contra la expresidenta. Meses después fundó el Frente Patria Grande, que en las elecciones del año siguiente compitió en CABA dentro del Frente de Todos.
Hoy en día, y con la aprobación de la propia Cristina, es precandidato en la interna de Unión por la Patria. Desde su sector aseguran que una buena elección puede posicionarlo como una voz autorizada para conseguir que un posible gobierno de Sergio Massa tenga que mirar más a los sectores populares y menos al FMI. Sólo las urnas y los votos dirán si se concreta.