Cuatro fiscales solicitaron llevar a juicio a siete personas acusadas de integrar una organización criminal que operaba en la “zona roja” de La Plata al momento del crimen de Johana Ramallo, la joven desaparecida el 26 de julio de 2017. El hecho ocurrió en el marco del delito de trata de persona. Su cuerpo lo hallaron en las costas de Berisso, en agosto de 2018.
Los pedidos de elevación a juicio lo hicieron la fiscal María Laura Roteta, a cargo de la Fiscalía Federal 1 de La Plata; Mariela Labozzetta, de la Unidad Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM); María Alejandra Mángano, de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex); y Patricia Cisnero, fiscal coadyuvante de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar).
Las fiscales pidieron que se juzgue a los siete acusados por los delitos de “trata de personas con fines de explotación sexual y comercio de estupefacientes”.
Qué advierte el requerimiento de elevación a juicio
En el requerimiento de elevación a juicio, las fiscales dieron por acreditado que los miembros de la asociación ilícita consiguieron la disposición de las víctimas a partir del suministro de estupefacientes. Además, advierten sobre el aprovechamiento de las condiciones de vulnerabilidad que presentaban.
En ese marco, un grupo de hombres conocidos como los “8/40”, bajo la excusa de “cuidarlas”, vigilaban y controlaban a las mujeres. Las captaban, retenían el dinero que obtenían mediante la prostitución y obtenían un lucro con el comercio de droga.
Otro grupo, denominado “las viejas”, recorrían el territorio y les cobraban a las víctimas por las “paradas”, luego de ejercer violencia e intimidarlas.
Por último, un tercer grupo proveía a las mujeres de estupefacientes. Lo utilizaban como método de control porque se aprovechaban de sus adicciones y les generaban deudas. Luego las cobraban de las ganancias obtenidas por la situación de prostitución. De esta manera, las obligaban a trabajar en la «zona roja».
La desaparición de Johana Ramallo
Johana fue vista por última vez el 26 de julio de 2017, cuando salió de su casa con la promesa que regresaría a las 20.30 de ese día. Vivía con su madre y su pequeña hija.
Casi dos meses antes de desaparecer, Johana se había separado del padre de la niña, había regresado a la casa de su madre Marta y los problemas económicos la habían puesto en situación de prostitución.
La última imagen suya la tomó la cámara de seguridad de una estación de servicio situada en las calles 1 y 63 de La Plata, en la que se la ve entrando a un baño ese mismo día, poco después de salir de su hogar.
Con información de Télam