El represor Jorge «Tigre» Acosta publicó una carta en el sitio Prisionero en Argentina. Allí afirma que “se aproxima la hora del conocimiento de la verdad, pero no la que se dice que es la verdad que surgió de juicios manejados por la ‘patria socialista”.
Publicada este martes, Acosta se alineó a Javier Milei, quien afirmó que «durante los ’70 hubo una guerra» y negó que hubiera 30.000 desaparecidos.
Para el represor, “los terroristas montoneros violaron los derechos humanos iniciando y desarrollando la Guerra Civil Revolucionaria Terrorista Trotskista de los años 70”.
Además, en línea a un discurso negacionista que va en crecimiento, afirmó que “en esa ‘Guerra Revolucionaria’ se produjeron atentados, persecuciones, secuestros, desapariciones, muertes, apropiaciones de bebes y abusos. Entre 1970 y 1976, todas ellas, por acción del terrorismo y, desde 1976 en adelante, debido a las actividades propias de la ‘Guerra Revolucionaria’”.
Para cerrar, sostuvo que “se aproxima la hora del conocimiento de la verdad, pero no la que se dice que es la verdad que surgió de juicios manejados por la ‘patria socialista’”.
Quién es el ‘Tigre’ Acosta
Acosta fue el jefe de inteligencia del grupo de tareas que operaba en la ESMA. El represor cuenta con dos condenas a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, además de penas por delitos sexuales contra detenidas y robo de niños.
Fue condenado como coautor del delito de abuso sexual con acceso carnal en perjuicio de Graciela Beatriz García Romero, quien había participado en la audiencia llevada a cabo en casación pidiendo la condena del represor.
La historia de Graciela García Romero
Graciela era militante peronista. La secuestraron el 15 de octubre de 1976 en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Se tiró de un auto en movimiento para huir. Corrió por la Avenida 9 de Julio pero no logró escapar de ese destino. Desde entonces, pasó a ser un número dentro del campo de concentración.
La mujer, sobreviviente de ese campo de concentración, les dijo hace un año a Carlos Mahiques, Ángela Ledesma y Guillermo Yacobucci que no alcanzaba con que los genocidas estén presos. También necesitaba que los condenen por los delitos de índole sexual que cometieron. Algo que el tribunal que los juzgó en primera instancia no hizo.