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Cómo analizar los resultados de las pruebas PISA en Argentina

Se dio a conocer el último informe que evalúa las capacidades de estudiantes de 81 naciones en lectura, matemática y ciencias. El país ocupó los puestos 58, 65 y 59.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dio a conocer los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) realizada en 2022. El examen tuvo tres ejes –matemáticas, lectura y ciencias– y se realizó en 81 países de los cinco continentes. En Argentina, donde 12.111 estudiantes de 457 escuelas de gestión privada y estatal de todo el país completaron la evaluación, los números no fueron alentadores. Nuestro país se ubicó en el puesto 58 en lectura, 59 en ciencias y 65 en matemática.

¿Qué significan los resultados? ¿Cómo pueden interpretarse las estadísticas de esta evaluación estandarizada en Argentina? Para analizar los números que dejaron las PISA, la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes dialogó con Roberto Abdala, director de la Licenciatura en Educación presencial de la UNQ.

“Los resultados de la última evaluación refuerzan la tendencia que se visualizó en 2018, por lo que no hay grandes cambios sustantivos. De hecho, Argentina no tiene modificaciones que en otros países sí se vieron a raíz de la pandemia. Sin embargo, las PISA muestran un estado general de cierta crisis educativa que quizás no es nueva”, explica Abdala.

En este sentido, el docente de la UNQ agrega: “Necesitamos establecer algunas políticas de Estado y no de gobierno, hacer acuerdos básicos con respecto a hacia dónde tiene que ir la educación y a dónde llevar el financiamiento. Debemos trabajar para alcanzar aquellos núcleos fundamentales y que los chicos sepan calcular, sepan leer, entender y escribir un texto”.

De 2018 a 2022, Argentina tuvo una caída de 0,8 puntos en lectura, mientras que la baja en América Latina fue de ocho puntos entre las dos pruebas. En matemática, el país bajó dos puntos, mientras que en los países de la región el deterioro fue de 15 puntos. Incluso, las cifras en ciencias subieron dos puntos, a diferencia de Latinoamérica donde hubo una caída de cuatro puntos.

Por debajo del promedio global

Las calificaciones de las evaluaciones se dividieron en seis niveles, siendo uno el más bajo y seis el más alto. En lectura, solo el 45 por ciento de los estudiantes alcanzó o superó el nivel dos, mientras que el promedio mundial fue del 74 por ciento. De hecho, solo el 1 por ciento llegó al nivel cinco o seis, por debajo del 7 por ciento global. En matemáticas, solo el 27 por ciento de los jóvenes llegó o superó el nivel dos. Esta cifra preocupa ya que el promedio global elaborado por la OCDE fue del 69 por ciento. Es decir, Argentina se encuentra 42 puntos por debajo de la media.

Por su parte, en ciencias, cerca del 46 por ciento de los estudiantes en Argentina alcanzaron el nivel 2 o superior, por debajo del promedio mundial que fue del 76 por ciento. A su vez, solo el 1 por ciento llegó a los niveles más altos, mientras que el promedio global fue del 7 por ciento.

“Las estadísticas llaman la atención y corroboran algo que sucede en las aulas. Docentes de todos los niveles, incluso en la Universidad, hablamos sobre una baja pronunciada del nivel de comprensión y elaboración de texto básico, como así también de poder hacer cálculos sencillos. Las PISA ratifican mucho de lo que vemos los docentes diariamente”, resalta el director de la Licenciatura en Educación a la Agencia de noticias científicas de la UNQ.

No es la solución

El presidente electo de Argentina anunció durante su campaña la intención de modificar el sistema educativo vigente y cambiarlo por los vouchers. Más allá que Chile tiene un sistema similar y le fue apenas mejor en el ranking global, se trata de experiencias diferentes debido a los contextos sociales, económicos y culturales.

“La verdad es que los vouchers en sí no son una poción mágica para mejorar lo que hay que hacer. Al menos, una de las certezas es que no van a disminuir las desigualdades ya preexistentes en el sistema, quizás incluso las agranden”, subraya Abdala.

 

 

Agencia de Noticias Científicas UNQ

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