Son 30.000
Ellos y ellas siempre están ahí, en cada paso que damos rumbo a la Plaza, en todas esas mariposas que pasan por sobre nuestras cabezas, flotando en un cielo cargado de memoria. En el piberio que siente muy adentro la ausencia de una generación exterminada, y canta con alegría por la justicia para las y los compañeros desaparecidos.
Están en los recuerdos convertidos en lágrimas de quienes peinan canas y vivieron en carne propia ese infierno, y en las piernas de las incansables Madres y Abuelas que convirtieron sus nombres y sus recuerdos en símbolos de lucha contra la impunidad y el olvido.
Están hasta en la caprichosa mentalidad de los herederos de esa maquina de matar pájaros que, mordiéndose los labios y a regañadientes tienen que salir plantear la discusión en lo numérico, como si eso borrara las marcas de la ausencia, como si eso devolviera a cada familia algo mas que el recuerdo del ser querido.
Estarán siempre en la duda en cada nieto o nieta que finalmente logra enfrentarse a su propia historia y recupere su identidad, su memoria y su vida. Están siempre presentes, para recordarnos que el infierno estuvo acá.
Nosotras y nosotros vamos a estar porque somos sus hermanos, porque nos enseñaron a luchar, a no rendirnos, a gritar mas fuerte y a dejar el alma por el fin de todas las injusticias.
Vamos a estar, porque queremos que esta sea la última Plaza de un país en el cual la Memoria, la Verdad y la Justicia no sean política de Estado.
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