Lohana Berkins | «El tiempo de la revolución es ahora»

Un día como hoy, pero del año 2016, fallecía Lohana Berkins, una de las principales referente de la lucha del colectivo travesti trans en nuestro país.

La traviarca, como ella se nombraba, nació un 15 de junio de 1965 y formó parte de una familia sumamente numerosa. Eran 13 hermanes de una familia bastante privilegiada de clase media que vivía en la localidad salteña del Salvador Mazza, limitando con Bolivia.

En varias entrevistas contó que se cuestionó su identidad aproximadamente a sus 13 años, momento en el cual tenía que lidiar con los interrogatorios de su padre y su amenaza constante.

«O te hacés bien hombre o te vas», le dijo el padre mientras la apartaba del resto. Para aquella versión de Lohana, quien era una niña era muy confuso el mensaje. Ella pensaba que había un error, que tendría que haber nacido mujer o que en algún momento se iba a corregir.

A pesar de no saber que quería decir «ser buen hombre» y «te vas», Lohana con mucha valentía se fue de su casa con la esperanza de que algún día salgan a buscarla. Eso nunca pasó.

Como tantas otras travas y trans, Lohana se mudó a la Capital de Salta para ejercer como trabajadora sexual. Lo que le posibilitó mudarse a la Ciudad de Buenos Aires a principio de 1990. 

Trabajar en la calle y como prostituta la enfrento a varias situaciones de violencia policial y corrupción. Eso desencadenó su primer gran paso dentro de la militancia.

Lohana en 1994 fundó AMMAR, la Asociación de Mujeres Meretricres Argentinas que hoy en día preside Georgina Orellano. 

Berkins además pasó a formar parte de la ATTTA, la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina que María Belén Correa había fundado el año anterior. 

Finamente en el año 1998, Lohana decide irse para formar su propia organización que presidió hasta su muerte. Se trató de la la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual, ALITT. 

En el año 2000, la Berkins fue la primera persona trans en conseguir en empleo estatal y en postularse como candidata a diputada nacional. 

Por si esto no era lo suficientemente histórico y revolucionario, Lohana al año siguiente fundó la primera escuela/cooperativa de trabajo para personas travesti/trans, llamada Nadia Echazú. Una alternativa para la prostitución acorde con el ideal abolicionista que Lohana cultivó. 

Entre sus enormes logros, Lohana consiguió la personería jurídica para ALITT (2003-2007); la inscripción con su nombre elegido en el magisterio (2002); la derogación de los edictos policiales primero y del artículo 71 del Código de Convivencia Urbana después (1998-2004), y la ley de identidad de género (2010-2012).

“Lo que a mí me pasa en la vida, me pasa justamente por llamarme Lohana y por portar el estandarte de la imagen femenina. Porque si yo me hubiera quedado como un gay clase blanca, con título universitario, no me hubiesen pasado las mismas cosas”

LOHANA BERKINS

Lohana nunca fue sinónimo de miedo. Tuvo las agallas de dar las discusiones donde se tenían que dar desafiando no solo a una sociedad heteronormativa y binaria sino hasta cuestionando al propio feminismo que para ese entonces era sumamente institucional y excluyente con las compañeras travestis.

Conmovida por el asesinato de su compañera militante Diana Sacayán, Berkins logró instalar la categoría de «travesticidio», como crimen de odio directo a su identidad. Esto fue fundamental para tener registro de la cantidad de muerte por el simple hecho de correrse de la norma. Durante el año pasado, hubieron 114 mujeres trans y travestis asesinadas a lo largo del país.

Su fallecimiento, aquel cinco de febrero del 2016, fue producto de varias complicaciones de una hepatitis C. Una enfermedad que circula en la comunidad y que es producto de la desidia estatal que sufren las disidencias.

Con un gran carisma como herramienta de supervivencia, quienes conocieron a Lohana siempre la recordarán con una enorme sonrisa. Gracias a ella hoy podemos tener más derechos conquistados, su lucha marcó un camino que jamás olvidaremos. Si hay algo que nos enseño es que «el tiempo de la revolución es ahora».