Eva no duerme: la historia del cuerpo de una mujer que despertó amor y odio
#ElNumeral ahora se propone recomendarte una película para que pienses, para que reflexiones, para que rías, para que llores, para que te emociones, para que te conmueva, para que recuerdes, para que te den escalofríos, para que te tapes la cabeza con la frazada como cuando eras chico; en fin para que disfrutes, bajes un cambio y arranques el finde con una bebida bien fría al lado o por qué no un tecito o unos mates y un buen chocolate.
Para arrancar, esta humilde servidora que intentará recomendarles alguna peli que, bien viene la aclaración puede no gustarte (porque una estudiante de cine a veces le pifia en el gusto del corriente), los invito a que vean “Eva no duerme”.
¿De qué trata? Eva no duerme podría decirles que es una película donde su director Pablo Agüero se adueña de la estética del cine de terror para contar la historia del cuerpo de Eva Perón; ese cuerpo que tardo 25 años en encontrar un poco de paz.
Elige contarla de manera episódica, como por ejemplo se hizo en Relatos Salvajes, a través de tres o cuatro historias; tres bien marcadas bajo los títulos de “El Embalsamador”, “El Transportador” y “El Dictador”, y una cuarta que va marcando toda la historia pero principalmente el principio y el final donde se ve un Massera joven personificado por Gael García Bernal.
Las tres historias intentan mostrar el amor y el odio que despertó Evita y el peronismo y son acompañadas por imágenes de archivo y voz de discursos de la primera dama (o primera ciudadana), del bombardeo a la plaza de mayo en el ´55, de su velatorio y de la histórica marcha de antorchas.
Lo que más destaca es la estética fantasmagórica, siniestra, onírica y escalofriante de cada escena, representadas casi de manera teatral; los colores oscuros y opacos y la poca luz de las escenas, como si estuvieran los personajes iluminados por una vela, te sumergen en ese mundo truculento por el que pasó el cuerpo de la mujer más amada por los humildes y el pueblo trabajador y más aborrecida por la oligarquía. Y por otro lado, el relato que va realizando el joven almirante y como comienza la historia, con una frase que parece no haber pasado de época para los profetas del odio; “esa yegua” es lo primero que se escucha en el film y trae consigo una carga tan actual, de mucha misoginia y machismo que parece no haber cambiado para referirse a una líder indiscutible como lo fue Eva, como lo es Cristina.
¿Por qué verla? Porque el director se propuso contar con pocos hechos verídicos pero concretos, tres (o cuatro) historias ficcionadas, y poner sobre la mesa un debate que nunca cerró. Porque es valiente la narrativa y la estética con la que quiso contar LA historia del cuerpo de una mujer; valiente, como la mujer que fue Evita.
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