Las personas con discapacidad y la posibilidad de trabajar
El trabajo es un ordenador social, al igual que la educación y otros ejes de la sociedad. La posibilidad de poder generar el sustento a través de los ingresos por realizar una labor, dignifica a todas las personas, más allá de la influencia en las economías.
Hace unos días se contempla la posibilidad de que una persona con discapacidad y con acceso a un empleo formal pueda sostener el beneficio de la pensión no contributiva por discapacidad laboral. Esto propuesta fue introducida por uno de los candidatos a presidentes, Sergio Massa. ¿Cuál sería el alcance de esta propuesta?
La posibilidad de “trabajar” debe ser accesible para todos los sectores de la sociedad. Es el Estado con los principios de equidad e igualdad, el que debe fomentar las políticas necesarias para la inclusión de las personas.
Todas las personas que tienen la posibilidad de trabajar, tienen sus rutinas, mueven las economías familiares y barriales, procuran lo necesario para sus necesidades y generan más movimientos y circularmente todo funciona. La familia ordena tiempos, genera recursos, cubre sus necesidades y proyecta. Por lo que no solo es un ordenador social, sino familiar, individual, cultural, económico y de influencia en todos los factores de nuestra sociedad.
La igualdad de posibilidades para el acceso al trabajo es fundamental para construir y contribuir a la paz social. Se debe arbitrar los criterios de equidad y la posibilidad de que se ejecuten por parte del Estado, los ajustes razonables necesarios para llegar a estos fines.
Las líneas de acción laborales en nuestro país todavía están dirigidas a un sector social, que todavía no contempla las condiciones discapacitantes que puede tener una persona. Esta condición o diagnóstico no limita ni define, solo acompaña en su vida y no resulta un impedimento para trabajar. Todavía convivimos con estas ideas.
Hacia una vida adulta independiente: ajustes razonables
Las sociedades se adaptan a las modas, como a la tecnología y a la innovación, se las usa y se las aprovecha. Así también se deben adaptar las líneas de abordaje del empleo. No podemos seguir pensando en ver a la problemática laboral como hace décadas atrás. Sabemos que los avances son indispensables y pueden ser beneficiosos en todos los ámbitos.
El Estado es quien debe acompañar este aggiornamiento, al delinear los incentivos a los sectores específicos para orientar la producción y los actores, tanto a las empresas y fábricas como a los trabajadores y a las posibilidades reales de acceso.
Un claro ejemplo resultaría de la formación académica en informática y tecnología de personas que se encuentran dentro del espectro autista, como el síndrome de asperger, por los ejemplos de intereses y afinidades.
Al posibilitar que un titular de un beneficio asistencial pueda ser un activo aportante a un sistema previsional y mucho mejor, una persona que dignamente trabaja y genera su sustento, se facilita la vida adulta independiente.
Paso cualitativo en materia de discapacidad, paso esencial en los derechos humanos
Dejar de mirar asistencialmente a la discapacidad es el primer paso. El abordaje y acompañamiento a la persona con discapacidad no constituye una política pública en nuestro estado nacional, todavía. La posibilidad de que una persona con discapacidad pueda trabajar marca el avance de la sociedad y de los soportes necesarios para que se pueda desarrollar. Pero las circunstancias deben ser acompañadas de parte del Estado. Implica asumir el riesgo del “nuevo empleo” y que el estado acompañe. La persona con discapacidad también puede ser protagonista de la sociedad, ese debe ser el objetivo.
Esta decisión se debe acompañar con el abordaje de la discapacidad a través del diseño integral de una política transversal, buscando cumplir con los objetivos de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad.
En el Senado se trata un primer paso: Argentina Inclusiva
Con media sanción por unanimidad de la Cámara de Diputados de la Nación, se trata en el Senado el programa Argentina Inclusiva. Implica que el diseño de una política pública debe partir de una ley integral en todos los aspectos. Se trata de una formación sensible en trato adecuado a la persona con discapacidad, para que cada agente de cada área, dirección, secretaría y ministerio esté capacitada y formada.
También implica que de cada agente sensibilizado pueda surgir una mejor propuesta especializada en su área de trabajo. Tenemos que mirar a la inclusión desde todos los ámbitos, sectores, áreas, con un trabajo interministerial y totalmente transversal. No es una problemática la discapacidad, sino el enfoque con que se la está abordando.
Con esta base, podemos establecer cuáles serían los avances inclusivos de cada área, y por supuesto la laboral es fundamental, por lo dignificante de poder trabajar y por la justicia que constituye acceder a ello.
No podemos imponer programas enlatados o soluciones genéricas, sino que debemos respetar los procesos comunitarios y las necesidades locales. Con la formación en cada lugar del país de cada agente estatal, tendremos el mejor mapeo: la especialidad orientada a la realidad.
Desafíos: discapacidad y empleo
Resulta fundamental conocer los números reales, saber qué población con discapacidad tenemos, cuáles son sus dificultades y cuáles son sus posibilidades para la formación y especialización como para el acceso a un puesto de trabajo. Ello se debe obtener a través del trabajo organizado entre quienes recogen y procesan datos, el INDEC y el organismo a cargo del abordaje a la discapacidad. Sin números no podemos establecer la otra pata del diseño de este abordaje.
El gran desafío es tener una mirada sensible y la solución justa. Debemos permitirnos avanzar con seguridad y convocar sin miedo a los sectores que demuestran éxito en sus objetivos y en las propuestas. Los avances son colectivos. Las individualidades ya nos demostraron sus consecuencias.
La persona con discapacidad está estigmatizada con el asistencialismo y la mirada médica de la discapacidad. Todavía no adoptamos el modelo social, no aprendemos que las barreras son puestas por el resto de la sociedad.
Los valores de la responsabilidad y el respeto a las condiciones de cada persona, la mirada sensible para la inclusión de cada uno de los habitantes de nuestra Argentina, incluyendo a la cuidadora y a la persona con discapacidad, constituyen los valores de la cultura del trabajo, desde un punto de vista equitativo. Sólo un Estado presente puede potenciar y tutelar a una persona con discapacidad.
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