Señores y señoras: el feminismo no está en contra de los hombres
Una tiende a creer que hay cosas ya saldadas en el momento y espacio que nos está tocando vivir, tal vez más como un deseo que como una certeza. Decís bueno, en nuestro país matan a una mujer cada 18 horas solo por ser mujer, nos pueden querer todavía discutir algunas cosas, pero ¿quién va a estar en contra de que nos organicemos para luchar contra esta causa? Y ahí es cuando aparece tu amigue, tu familiar, tu jefa en la oficina o algún mamarracho de la televisión: “El feminismo está mal porque las mujeres no son más que los hombres”.
Primero: el feminismo busca la igualdad de género. No busca que un género sea más que el otro, busca que cada género tenga los mismos derechos, las mismas oportunidades, el mismo trato, la misma consideración, en todo. Se llama FEMInismo porque lo que pasa en nuestra sociedad es lo contrario a todo eso, en detrimento de la mujer. Existe algo que se llama machismo, perpetrado por una sociedad patriarcal, que hace que las mujeres tengamos menos derechos que los hombres y que suframos todo tipo de violencias a lo largo de nuestra vida. El feminismo surge entonces como una forma de organizarse para combatir aquello que nos oprime, que es el machismo y no el género masculino de por sí. Reiteramos: las feministas no tenemos absolutamente nada en contra los hombres. Nuestro único enemigo es el machismo.
Ese razonamiento parece un poco obvio cuando lo leemos así tal como está, pero hay todavía millones de personas en el mundo que siguen creyendo que el feminismo está en contra de los hombres. Me animo a decir que quizás el error en el que caen muches es el de no entender (o no querer entender) la violencia de género como un problema social, y llevarlo siempre a los casos particulares. Escucho todos los días distintas voces que dicen cosas como que “yo conozco un pibe que la novia le pegó” o que “en la casa de mi sobrino la mujer trabaja y el hombre no” o que “hay hombres que sufren violencia laboral”, etc. Señores y señoras: sí, en el mundo pasan miles de millones de cosas todos los días. La diferencia está cuando una problemática es de carácter social, y no particular. Estas mujeres que mueren cada 18 horas no mueren porque chocaron con el auto, porque se cayeron de la escalera o porque las asaltaron. Mueren por su condición de mujer, a partir de la violencia machista. Y la violencia machista es engendrada en el seno de nuestra sociedad. Esto se replica en todas partes del mundo, en algunas con números todavía más preocupantes. ¿Se preguntaron cada cuántas horas muere un hombre porque una mujer lo mata solo por el hecho de ser hombre? ¿Cada cuántas horas pasará eso estadísticamente en este mundo?
Ningún pibe nace machirulo. Se hace por el contexto social.
La deducción entonces es lógica. Toda situación social en la que un colectivo es oprimido tiene una sola forma de ser combatida: la organización de ese colectivo para luchar contra lo que lo oprime. Las mujeres somos oprimidas por el machismo. Las mujeres nos organizamos y creamos el feminismo para luchar contra el machismo que nos oprime.
Por otro lado, como el machismo es una forma cultural, se manifiesta en ambos géneros, porque así fuimos todos criados por la sociedad en la que nacimos. Por supuesto que en el caso de la mujeres en forma de víctimas, ya que somos las receptoras de la violencia y las que nos encontramos en desigualdad de derechos respecto de los hombres. Pero de todas formas, el machismo que combatimos está en todos lados. No son los hombres, es el machismo, es el patriarcado.
El énfasis que ponen algunos en negar el feminismo por momentos parece dejar entrever que más que falta de entendimiento hay una fuertísima resistencia inconsciente a perder privilegios. Siempre que hay alguien con menos derechos, hay otro con más privilegios. La resistencia es lógica. Los hombres que no sienten esa resistencia, o que la sienten pero quieren combatirla, son hombres feministas. ¿Luchan en su contra? No. Luchan contra el machismo.
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