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Cuando Argentina tuvo su propio Robin Hood

Juan Bautista Bairoletto era un bandido rural que se convirtió en mito popular. Hoy compartimos la historia de un bandolero de las pampas que robaba a los ricos para ayudar a los pobres.

El nombre Juan Bautista Bairoletto está inscripto en la historia argentina ligado a varias palabras: bandido, ladrón, pero también justiciero y solidario. Hoy les traemos la historia del que supo ganarse el apodo de «Robin Hood de las Pampas».

Corría el año 1894 cuando la provincia de Santa Fe lo vio nacer en el seno de una familia de inmigrantes italianos.

Sus inicios

Al hacer el servicio militar obligatorio se formó en el manejo de armas de fuego, algo que le sería de utilidad años después. Cuando se instaló en La Pampa no imaginó que ese sería el inicio de una nueva etapa en su vida.

Fue a sus 24 años, en 1919, cuando Bairoletto cometió en Castex (provincia de La Pampa) el acto que le cambiaría la vida para siempre. El amor fue lo que lo condenó. Se enamoró de Dora, una prostituta con la que comenzó un romance. Pero había un problema: un cabo de policía del pueblo también estaba interesado en ella. Y ya lo canta León Gieco en su canción «Bandidos Rurales» del año 2001: «Se enamoró de la mujer que pretendía un policía. Lo golpeó, lo puso preso un tal Farach Elías».

Fueron tales las presiones y amenazas que  tuvo que irse del pueblo. Pero antes, buscó a Farach para vengarse y lo asesinó de un disparo frente a todos. Y ahí comenzó un camino sin retorno, su vida de clandestinidad, una vida fuera de la ley. Así, Bairoletto, también llamado José Ortega, Francisco Bravo, Marcelino Sánchez o Martín Miranda, pasó a ser el prófugo más buscado por la policía.

Bandido rural

Acá es donde comienza la etapa de su vida que lo convirtió en el mito popular que es hoy. Se convirtió en un «bandido rural». Montado a caballo, perseguido por la policía y viviendo de forma nómade, Bairoletto comenzó a hacer lo que para sus seguidores fueron actos de justicia. Robos a terratenientes, millonarios locales y empresarios fueron los actos que le hicieron ganarse el aprecio de cientos de pobladores. Cuentan los investigadores que le regalaba caballos a los niños para que no vayan caminando durante kilómetros a las escuelas. Que recuperó chacras y tambos para los campesinos y que regalaba alimentos para los más humildes. Así, se convirtió en el «Robin Hood de las Pampas».

El final

Pero después de un tiempo quiso cambiar de vida, empezar de nuevo. Estaba cansado de una vida de clandestinidad. Fueron el pueblo de Carmensa en la provincia de Mendoza y el amor de Telma los que lo hicieron cambiar. Pero hubo algo que Bairoletto no pensó: la traición de otro gaucho. Fue Vicente Gascón quien marcó el final de su vida. Entregado por Gascón a cambio de una reducción en su pena, Bairoletto fue emboscado por la policía en Colonia San Pedro de Atuel (Mendoza) en la madrugada del 14 de septiembre de 1941.

Su esposa Telma contó años después cómo se dieron los hechos. Desmintió la versión oficial que decía que había sido asesinado. Explicó que él decidió suicidarse antes de ser atrapado.

Así, murió quien para cientos de personas era un héroe, y para otras un bandido. Como reza la canción de Gieco «al último romántico, lo llora Telma, su mujer. Muere fuera de la ley».

Después de su muerte Bairoletto fue velado en la localidad de General Alvear y a su funeral asistieron miles de personas llegadas desde varias provincias. Actualmente, en el cementerio de la localidad se levanta un pequeño mausoleo que se convirtió en un santuario popular.

Decenas de placas le rezan a este «bandido rural» que de a poco se fue convirtiendo en santo popular y le agradecen por los favores concedidos.

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