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Parto respetado | Cuando la salud deja de ser un derecho y se convierte en un privilegio

"Queremos poder decidir dónde, cómo y con quién parir y que sea para todxs. La salud es un derecho, pero si no es para todxs, se convierte en un privilegio", advierte Aldana Díaz, cofundadora de Matria.

Durante estos últimos días se habló mucho sobre el parto respetado, los derechos de las madres a la hora de gestar, los nacimientos seguros y, sobre todo, ¿Cómo generar conciencia?

Si estás atravesando un embarazo o proyectas en algún momento hacerlo, tenés opciones y una ley que te ampara. Pero para comprender y profundizar este tema, es importante conversar con especialistas en el área de salud que trabajen con perspectiva de género para que expongan qué sigue fallando a la hora de parir. 

En esa búsqueda, conocimos a Aldana Díaz, psicóloga perinatal, puericultora y co-fundadora de Matria, una asociación civil comunitaria feminista centrada en la en la salud de las madres. 

¿Cómo surge Matria?

Matria es una Asociación Civil que surgió hace 3 años. Lo hace a partir de la inquietud de un grupo de mujeres profesionales de diversas disciplinas relacionadas a la salud respecto a la falta de accesibilidad de cierto sector de la población a derechos en relación a la salud sexual, reproductiva y no reproductiva. Más específicamente en lo que se refiere el período perinatal.

Comenzamos haciendo talleres en barrios, articulando con agrupaciones, organizaciones de la sociedad civil y participando en la formación de promotores de salud y género.

Con el advenimiento de la pandemia y el recrudecimiento de las violencias y desigualdades, nos pusimos a disposición a través de nuestras redes sociales de forma gratuita y sin horarios respondiendo consultas y brindando orientación psicológica.

Varias de las mujeres y consultantes manifestaban indicios de ansiedad y angustia a partir de la suspensión de controles. Incertidumbre, preocupación y miedo frente a la situación epidemiológica y también con motivo del retroceso en materia de derechos conquistados que se estaba teniendo.

Por esto último, también procedimos al armado de una carta solicitud para pedir parir acompañadxs y de un plan de parto que difundimos acompañados de documentación e información importante.

¿Cómo actúan frente a una persona en gestación que se acerca al espacio?

En 2021 abrimos nuestra Casa Comunitaria que es un espacio de acompañamiento pre y post natal, y de la salud sexual integral.

Ofrecemos asistencia psicoterapéutica perinatal, controles de embarazo de bajo riesgo y monitoreos, nutrición, asesoramiento en lactancia y osteopatía. Además de actividades varias como yoga, grupos de embarazadxs y puérperxs y talleres de preparación para el parto.

Todo con bonos comunitarios y con la filosofía de que quienes pueden aportan, ayudan a quienes no. Nadie queda afuera. También capacitamos a promotores de salud, a estudiantes y profesionales.

A Casa Matria se acercan mujeres y personas gestantes, puérperas, en búsqueda de embarazo o luego de una pérdida gestacional o perinatal o por asesoramiento de IVE/ILE.

Funcionamos como un equipo interdisciplinario y estamos constantemente en contacto. Hacemos reuniones de equipo y pensamos estrategias conjuntas para acompañar a quienes llegan a nuestro espacio.

Violencia obstétrica, ¿Qué es y cuándo se suele dar?

La violencia obstétrica es una modalidad de violencia de género sistemática e invisibilizada que se manifiesta de maneras explícitas y otras más sutiles. Tal es así que muchas de las mujeres y personas gestantes llegan a Matria siendo conscientes del maltrato sufrido en experiencias anteriores o durante ese mismo proceso que están transitando.

Otras empiezan a quitarle el velo recién una vez que empiezan a ser protagonistas de su propio proceso, acompañadas de forma respetuosa y se dan cuenta de que lo que vivieron anteriormente no estuvo bien.

Son muchos los relatos de situaciones de violencia ginecobstétrica durante los llamados “controles” de embarazo; durante el parto y nacimiento y en situaciones de IVE/ILE.

Historias mediadas por hipermedicalización y patologización de los procesos fisiológicos; cascadas de intervenciones; cesáreas innecesarias; maltrato verbal y psicológico; infantilización entre otras formas de violencia simbólica; invisibilización de la persona gestante y del bebé como sujetos de derecho.

Manipulación de la información, la utilización del miedo para el engaño entre otras formas perversas de manipulación emocional, sensación de abandono, separaciones injustificadas de madre y recién nacidx es lo que traen muchas mujeres y personas gestantes en relación a sus pasos por las instituciones.

La violencia es transversal pero va cobrando diferentes formas. Las situaciones que se viven en el sistema privado y en el sistema público de salud pueden ser distintas. En este último la posibilidad de elegir en muchos casos es acotada y hasta casi nula, el entrecruzamiento de violencias es otro.

Se hacen presentes la discriminación, la xenofobia, las opiniones y conductas aleccionadoras de forma mucho más explícitas. Todo esto representando una doble vulneración: para quien va a parir y para quien va a nacer.

¿Cómo es un parto respetado?

Un parto respetado es lo que tendría que ser todo parto: un proceso. Un evento en el que se contemple a la mujer o persona gestante como sujeto de derecho al igual que a le bebé por nacer. Que se le informe, que se respeten sus decisiones y que se la escuche. Que se respeten sus tiempos fisiológicos y psicológicos, que sea protagonista de su propio proceso, que no se les violente. Si no hay parto respetado, hay violencia obstétrica.

La vivencia del parto por parte de una mujer o persona gestante no tiene que ver necesariamente con cómo se dio el proceso, sino con cómo se sintió tratadx.

Si se sintió contenidx o ignoradx, si le brindaban información y le consultaban, si se sintió protagonista del proceso. O por el contrario, se sintió invisibilizadx, avasalladx o en algún momento se sintió en peligro ella o a le bebé.

De acuerdo a cómo signifique esto es que luego puede impactar en su salud mental, en el tránsito por el puerperio, la lactancia, la construcción del vínculo temprano con le bebé, el vínculo con su pareja (en caso de haberla) y en la sexualidad.

Si pensamos el parto como un evento neuropsicosocial, nos termina de caer la ficha de que, inevitablemente, lo que ahí suceda va a dejar una marca. Uno de los grandes errores es no adoptar un enfoque preventivo y promotor de salud integral, contemplando los procesos psicofisiológicos en su totalidad.

¿Qué cosas tienen que cambiar? ¿De qué manera eso podría suceder?

Entre otras cosas, me parece imprescindible la capacitación de lxs profesionales con una perspectiva de género y derechos. Además de la incorporación de psicólogxs perinatales en los equipos de salud para la prevención en salud mental materna, la accesibilidad a la información y a un parto respetado para todxs de la mano de la erradicación de la violencia obstétrica en las instituciones y de la creación de casas de parto comunitarias.

El Estado está en deuda con nosotrxs y con nuestrxs bebés. Queremos poder decidir dónde, cómo y con quién parir y que sea para todxs. La salud es un derecho pero si no es para todxs, se convierte en un privilegio.

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