Es Tuyo, del Barrio, de Todes

“La educación no está en crisis, es crisis”

Decidimos cerrar el año a lo grande y entrevistamos al gran Darío Sztajnszrajber, docente y filósofo que en los últimos años ha logrado acercarnos cada vez más al maravilloso mundo de la filosofía.

– ¿Como fue el proceso de elaboración de su último libro?

El libro Filosofía en 11 frases lo empecé a escribir como una continuidad de mi libro anterior “¿Para que sirve la filosofía?” , de hecho empieza en el mismo lugar donde finaliza el anterior. Una especie de flaner a la deriva por las calles de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense, que queda ahí al mediodía, una hermosa metáfora nitcheana de la disolución entre la sombra y la realidad, entre la sombra y la luz. En ese mismo acto comienza este libro, reproduciendo el formato del anterior, que es una ficción con un sujeto que se pelea contra sí mismo, que comienza a caminar la ciudad angustiado, baja el subte y se encuentra con una situación de violencia institucional y deriva la trama ficcional del libro. A partir de ahí aprovecho para explicar 11 frases filosóficas que se entraman con la ficción. Un poco lo que pretende el libro de diferente a otros libros de filosofías tradicionales es que todo el desarrollo está vinculado a una historia de ficción.

– ¿Por qué seleccionaste esas 11 frases?

La selección de las frases no estuvo regida por el número, sino que empecé con una selección mucho más amplia y fui restringiendo en función de lo que después se fue elaborando como libro. Me hubiera encantado escribir un libro con 30 frases que se que quedaron después de un primer vómito donde fueron irrumpiendo un montonazo de frases de la filosofía, de algunas que escapaban del género filosófico, algunas literarias, religiosas. Otras más propias de las industrias culturales de nuestro tiempo, pero al final ya pensando en el libro como objeto, nos terminamos decidiendo por un libro del canon filosófico que de algún modo atravesaran una cronología histórica de la filosofía y que permitiera una filosofía desde los presocráticos hasta Foucault. Hoy me acuerdo más de las que no entraron, que de las que entraron, eran doce hasta último momento y justo quedó afuera la de Walter Benjamín: “todo documento de cultura es un documento de la barbarie”, pero bueno. Quedaron un montón de frases para un nuevo libro, y quedaron 11 que tienen mucha variables, son muy conocidas, son muy representativas de su época o de su autor. Algunas están porque son frases con las que yo me siento identificado en algún punto.

– ¿Cómo encontraste la forma de llegar a un público más amplio?

Fotografía: Santiago Giovannini

No creo que encontré una forma de llegar a un público más amplio, creo siempre que hice lo que es ser docente y de alguna manera en todos los trabajos de divulgación que estoy metido en los últimos años no hice más que reproducir lo mismo que hago en un aula, te diría que es al revés: abrí el aula a un público más masivo. No cambie de lenguaje, ni de género, ni de pedagogía, todo lo contrario. Esta forma de hacer divulgación que fue muy promovida por Canal Encuentro en su formato, en su lógica, en su estética, es algo que demuestra lo que es el trabajo docente en el aula. Me parece que hay una reivindicación del laburo docente, somos muchísimos los que trabajamos en aulas con el propósito de que los estudiantes se enganchan con las materias que damos y te das cuenta que ese enganche excede al alumno canónico, te das cuenta que cualquier ciudadano es obviamente un alumno en un sentido amplio y no es casualidad que se haya enganchado como se enganchó con todo esto.

– ¿El concepto de angustia tiene mala prensa?

El concepto de angustia tiene mala prensa porque en una sociedad como la nuestra que con la hegemonía axiólica clara de valores como la rapidez, la resolución, el utilitarismo, lo productivo, entonces la angustia como condición existencial se vuelve una rémora, una resistencia que lo que hace es interrumpir esa lógica. Se ha hecho de la angustia una patología, obviamente hay angustias patológicas en sentido médico pero de ese primer núcleo se ha hecho una totalización y, digamos, cualquier asomo de angustia en sus diferentes matices es puesto en el lugar de lo medicable. Cuando una angustia existencial va por el otro lado, y no deja de relacionarse con el sentido en término de apertura, en términos de construcción de los lugares fijos, de conciencia definitiva, de finitud. Hay una angustia prima de la que en algún punto no se puede zafar en términos de resolución lineal, que tiene que ver con nuestra condición de ser mortales, de haber nacido para morir pero evidentemente va en contra de la celeridad de los tiempos con los que se piensa la productividad sistemática de nuestra cultura. Se ha encontrado la mejor forma de sacarse ese problema de encima que es digamos, domesticándolo, y exiliándolo a la zona de lo patológico. Me parece que nos debemos una fenomenología de la angustia, donde se puedan abrir sus diferentes manifestaciones y aspectos y no dejarla enclaustrada en el lugar de la dolencia a ser resulta farmacológicamente.

– ¿Crees necesario modificar el sistema educativo tradicional?

Fotografía: Santiago Giovannini

La educación se encuentra como siempre en crisis y que hablar de crisis educativa no es un síntoma particular de algo sino la estructura misma de lo que para mí debe ser el proceso educativo. La educación no está en crisis, es crisis. Eso significa que es conflicto porque estamos permanentemente nuevos conocimientos que chocan contra los lugares fijos con los que uno piensa el mundo, educarse es un acto de desestructuración de lo conocido. La incorporación de nuevos conocimientos no supone la acumulación o la proyección de lo que uno ya sabe. Una pedagogía emancipatoria supone más la disolución de aquello que uno consideraba incuestionable y la posibilidad de apertura hacia lo otro.

La educación es siempre un encuentro con el otro, sobretodo con un otro inesperado, no proyectado, no planificado. Uno hace pasar por proceso educativo la expansión de lo que uno ya sabe, es importante distinguir esta forma crítica de pensar la educación en términos estructurales de lo que es por ahí una cuestión más coyuntural que atañe a los problemas del diario de nuestro sistema educativo. Uno tiene que al mismo tiempo manejar esas dos perspectivas, por un lado la más estructural y por otro, lo más coyuntural. De cómo hoy el actual modelo político que rige nuestro país ha convertido a los protagonista del mundo de la educación, sobre todo a los docentes, en un chivo expiatorio y ha comenzado un proceso de culpabilización de la educación pública de su propia decadencia. En realidad, nadie como los docentes, han sido los primeros en pensarse a sí mismo en un estado de permanente resignificación de su tarea  Sin embargo, se nos quiere hacer creer que los docentes de las instituciones públicas son los defensores del status quo. Es interesante poder desestructurar ese falso binomio, entonces es una tarea permanente para los que hacemos educación poder manejar esas perspectivas varias, pensar lo coyuntural sin dejar de entender de manera estructural por donde pasa el proceso educativo.

Fotografía: Santiago Giovannini

– ¿Qué pensás de la lucha feminista que se impulsa en los últimos años?

Creo que la lucha feminista es una de las novedades en términos de campo de acción política más importante de estos últimos años que pone en evidencia la crisis de la política tradicional y muestra cómo hay una nueva representatividad que busca distinguirse de la más clásica. La lucha feminista rompe con mucho de los esquemas de la política tradicional a nivel de lo que son los liderazgos, la democratización de sus prácticas, un nuevo sentido de apertura y de construcción de lo instituido. Estas nuevas formas irrumpen a partir de la visualización de la crisis y ofrecen nuevas formas de representación. En ese sentido, lo que comienza siendo una forma de evidenciamiento de las asimetrías y jerarquizaciones naturalizadas con las que el poder patriarcal ha venido sosteniendo su poder, luego termina siendo la posibilidad de repensar lo político en su totalidad. Sin desmerecer la propia proclama de una necesidad de repensar la relación entre sexualidad y género, o entre naturaleza e identidad. Al mismo tiempo lo que es una proclama por la desnaturalización de un lugar subsidiario de la mujer termina proponiendo una deconstrucción de la identidad toda. Me parece que las distintas perspectivas que se abren molestan porque abre una canilla frente a los intentos conservadores recurrentes de seguir sosteniendo un orden establecido que termina siendo funcional para algunos en detrimento de otros.

– Has dicho que la política se ha espectacularizado, ¿en qué cosas puntuales lo notás?

La espectacularización de la política es un concepto que nos obliga a repensar la relación de la política con la representación. Representación es un concepto polisémico, que tiene que ver tanto con el ámbito de lo político como con lo teatral. Asistimos hace años a una idea donde cada vez más esa representación se juega al mismo tiempo en lo que por un lado provoca en términos de demanda social pero también de convencimiento, un aspecto más bien retórico que hace que los liderazgos políticos se vuelvan así como necesidades idolátricas. Por ejemplo, el llanto de Macri en el Teatro Colón en el G-20 importa no tanto en términos si fue genuino o no, sino en relación a cómo una determinada representación logra efectos concretos en términos de fidelidad. De alguna manera la política está más pendiente de la fidelización de sus electores que, de algún modo, sostienen o no proyectos políticos en la medida que se sientan representados.

La pregunta es ¿qué significa esa representación? Si tiene que ver con la soberanía, si tiene que ver con la voluntad general, con la posibilidad de llevar a cabo un plan de gobierno, o propuestas políticas, o principios filosóficos políticos de ordenamiento de la sociedad en las que uno cree o si se trata de una representación más en el sentido del espectáculo, de esa vieja lógica religiosa por la cual hay una especie de empatía con los líderes que uno la puede leer como vacua. Es decir, independientemente de la concreción o no de proyectos de gobierno, se busca una especie de credibilidad en determinados rasgos. Hoy los liderazgos se presentan a sí mismos, los liderazgos de todo tipo, buscando así en un mundo hiper tecnologizados, mostrarse con un fuerte rasgo humano, pensando en las pequeñas cosas, por fuera de la lógica de la omnipotencia; asumiendo sus contradicciones. Por lo menos así se presentan, entonces en tiempo de posverdad, más allá de que uno sepa que ese llanto pudo haber sido diseñado desde el marketing lo que importa es que se produjo, es que hay una necesidad de querer ser liderados por alguien sensible o con cierto rasgo de finitud humana y bueno, después la complicidad mediática que pone esa foto en toda las tapas de los diarios, poniendo entre paréntesis cualquier problematización acerca de su autenticidad. Hoy la espectacularización, lejos de esa idea de que los políticos vayan a los programas de televisión, está mucho más cerca, nos pese o no, de entender que la política está regida por la dramaturgia típica del mundo del espectáculo.

 

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