Nos queremos vivas y libres
Otra vez.
No habíamos llegado a casa luego de la masiva marcha por la aparición sin vida de Micaela García que una nueva muerte nos despierta.
Araceli llevaba desaparecida 27 días. Tenía 22 años.
Una piba de barrio humilde, de extrañas amistades, de excesos. Pareciera que su muerte no valiera igual que el resto. O por lo menos es el mensaje que se dio desde los medios de comunicación y desde una sociedad que aún juzga los comportamientos.
«Caso vinculado al narcotráfico»
“Un camionero aseguró que la llevó a ella y a un muchacho que querían cruzar a Brasil”
Esas fueron las posibles causas de su desaparición.
Pero nada de eso era cierto. Araceli se hallaba enterrada, desde el 1 de abril en la casa de la madre de uno de los principales sospechosos de su desaparición. Si bien las pericias aún no están completas, se estima que fue violada y estrangulada. Por el caso hay seis detenidos y un prófugo.
Los policías ya habían rastreado ese lugar. Pero fue por el reiterado pedido de la familia que se realizó un nuevo allanamiento. Ahora con los perros rastreados, los cuales fueron los responsables del hallazgo.
Esto nos lleva a pensar en el sistema social en el cual vivimos, un patriarcado cruel, con un sistema de valores donde la mujer está inmersa en la voluntad masculina, un sistema jerárquico que incluye culpa, frustración, cosificación y resentimiento.
Los crímenes contra las mujeres van en aumento, una locura prendida a la trama cultural del patriarcado, que es necesario comenzar a desmantelar de arriba para abajo y de abajo para arriba.
De arriba para abajo estamos mal. Hay un Estado ausente que no protege a las víctimas, que las vulnera. Que reproduce la cultura patriarcal, obstaculiza el terreno de la lucha. Una justicia ciega, sorda y muda, cómplice. Un Estado que subejecuta presupuestos o directamente los recorta como fue el caso del Consejo Nacional de la Mujer. Presupuestos que permiten políticas públicas a favor de lxs más vulnerables, en este caso las mujeres.
De abajo para arriba, en tanto, es necesario parar el enfrentamiento entre nosotras, repasando qué tics domésticos replican y refuerzan el sistema de valores del que germinan los femicidas. Ese sistema patriarcal es dialéctico, y nos incluye como reproductoras muchas veces inconscientes de los discursos mediáticos machistas.
Por siglos las mujeres fuimos perseguidas, por el simple hecho de ser mujer. Hoy líderes políticas y sociales son perseguidas por lo mismo.
Abril estuvo teñido de desapariciones y femicidios. Hay muchas más Aracelis por ahí. Tienen rostro y nombre y no sabemos dónde están.
Esto nos abarca a todos y a todas. Salgamos, gritemos, cantemos. Digamos BASTA a esta cultura que nos está matando. Miles de mujeres mueren a diario en manos de la cultura patriarcal con un Estado cómplice. Y hacemos nada.
Es necesario que nuestros dirigentes diseñen políticas de prevención y protección contra la violencia de género pero también es necesario el compromiso de una sociedad que vuelve victimarias a las víctimas y que no se compromete.
Nos queremos vivas y libres.
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