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Hablemos de Granata | ¿Cuántas más violencias tenemos que soportar?

En el medio, personajes nefastos como lo son Amalia Granata o Viviana Canosa vulneran derechos y pregonan discursos de odio. ¿Por qué callar?

Días atrás, Amalia Granata participó de un programa que conduce Carmen Barbieri y aprovechó sus minutos al aire para dirigir su odio y transodio a la comunidad más vulnerada dentro de la sociedad patriarcal en la que vivimos.

Barbieri aprovechó el momento para afirmar que el Estado «te paga por ser trans». Esta premisa desencadenó una serie de comentarios dignos del medioevo. Entre ellos, «no necesitan más derechos»; «a la legislatura ingresan proyectos para darles viviendas gratis»; «no tenemos que pagarles los tratamientos de hormonización» y varias veces la misma afirmación «no tienen incapacidades, pueden trabajar».

Nunca pensé decir esto, pero estoy de acuerdo Amalia. Las personas que nos corremos de la cisnorma no tenemos ninguna limitación para ejercer cualquier tipo de tarea laboral. ¿Sabes cuál es el problema? A las compañeras travestis y trans no las contrata nadie.

El Estado nos debe muchísimos derechos a la comunidad. Sobre todo, le debe una enorme reparación histórica a las travestis y trans que durante decenas de años persiguió, torturó, castigó y mató por el simple hecho de vivir en libertad.


Para desmemoriados, recuerdo el reciente caso de Tehuel de Torre. Un joven trans de 22 años hace un año salió a buscar trabajo y nunca regresó a su hogar.


Quienes nos consideramos trans y cubrimos nuestras necesidades básicas somos minoría. El cupo laboral trans fue una enorme victoria. Sin embargo, sin una correcta aplicación no sirve de nada.

Cuando conversamos con compañeras travestis/trans las historias de vida son sumamente similares. Exclusiones del hogar a partir de los 13 años, discriminación, escolarización incompleta -si es que hubo-, precarización laboral, hambre, violencia institucional, difícil acceso a la vivienda, abuso sexual e inexistentes salidas laborales.

En diálogo con El Numeral, el año pasado Sandra, militante y directora trans de una escuela de La Matanza nos contaba que las únicas profesiones que le eran viables eran ser peluquera o trabajadora sexual.

Acá no estamos pidiendo nada incomprensible. Estamos exigiéndole al Estado que se entere que en su territorio hay una comunidad que tiene una expectativa de vida de 35 años. Quienes logran llegar a los 50 o 60 años victoriosas, lo hacen con cuerpos sumamente castigados y con consecuencias nefastas por su calidad de vida y su salud.

Me encantaría que Amalia Granata me responda ¿Dónde van a trabajar? ¿Qué clase de vida se merecen?

Las políticas públicas que conquistamos y que aún esperamos un cumplimiento real, buscan de manera muy clara evitar violencia, enfermedad y muerte.

«El Estado no nos esta haciendo un favor»

En respuesta al discurso de odio de la diputada, Florencia de la V aseguró en intrusos (el programa que conduce) que desde su condición de privilegio y aún pagando una obra social elevadamente costosa hace ocho meses que espera sus hormonas.

«El Estado no nos esta haciendo un favor, lo que esta haciendo por primera vez en 40 años es una reparación histórica a un colectivo que fue negado, invisibilizado y casi exterminado por esta sociedad cisheteropatriarcal«, concluyó.

En lo personal, preferí durante estos días no dedicarle espacio en el medio a personajes nefastos como lo son Amalia Granata o Viviana Canosa, pero me parece sumamente necesario no quedarnos en silencio.

Vivimos en una sociedad que nos prefiere callades y espera que respondamos con amor a agresiones públicas inadmisibles de este nivel. Mientras Viviana Canosa critica el uso del lenguaje inclusivo en un programa que convoca a muchísimos portales que la repostean, está en juego nuestra identidad. 

Mientras Amalia Granata es bienvenida en un programa de televisión pública, una amiga trava se esta muriendo y cientos no tienen qué comer o donde vivir.

A los retrógrados que coinciden con este sujeto, les deseo que disfruten de atenderse en un hospital público porque actualmente cientos de compañeres no binaries que consiguieron el reciente acceso al reconocimiento de su identidad no pueden realizar el 90% de los trámites que una persona binaria puede hacer.

¿Cuántas más violencias tenemos que soportar?

 

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